jueves, 27 de agosto de 2009

LOS SEGUIDORES

En el nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo.
Muhammad, (la paz y las bendiciones sean con Él) mediante las revelaciones que recibe en forma de un Corán (lectura), quiere ser un predicador, "No coloquéis junto a Dios a otro dios. Yo Soy, para vosotros un predicador manifiesto", que vuelva a conducir el rebaño humano a la pureza de la primitiva religión encarnada por el hombre piadoso "el muselín", el musulmán o hanif. En este aspecto su misión es universal y, como tal, debe ser reconocida por judíos y cristianos. "si tienes duda de lo que te hemos hecho descender, interroga a quienes antes que tú leían el Libro. La verdad procedente de tú señor te ha llegado. ¡No estés entre los escépticos!
El comienzo de su misión no pudo ser más satisfactorio: Jadiya fue la primer creyente y le siguieron Abu Bakr, Zaid ben Harita, Zubair ben Al Awam, Talha ben Ubayd Allah, Abderrahman ben And y Saad ben Abi Waqqas. Los primeros seguidores de Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) eran en general, gente humilde, pues los ricos, que temían que la nueva religión acabara con sus medios de ingresos; las peregrinaciones y su privilegiada posición en Meca rechazaron el nuevo credo. Los incrédulos atacaban a los musulmanes, intentando impedir sus rezos, "¿Crees que quien molesta a un siervo de Dios cuando ora, crees que está en la buena senda o prescribe la piedad? ¿Crees que desmiente o se aposta? ¿No sabes que Dios ve?" con continuas amenazas, que posiblemente llegaron hasta la lapidación. Muhammad, (la paz y las bendiciones sean con Él) estaba seguro de sí mismo, de estar en posesión de la verdad de su credo y de su religión y vivía tranquilo "Di: "Aunque se reuniesen los hombres y los genios para traer algo semejantes este Corán, no traerían nada parecido, aunque se auxiliasen unos a otros", confiado en la necedad de sus enemigos que, reconociendo la existencia del dios creador , no acertaban a sacar la lógica consecuencia de tal conjetura. De manera que cuando Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) les amenazaba con un castigo divino semejante al que sufrieron otros pueblos ya desaparecidos, estos contestaban burlándose del Profeta -la paz y las bendiciones sean con Él- y les incitaban a que les viniera ese tormento.

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