Existen grandes curiosidades que rodean al mundo de las aves, de las cuales voy a hablar de algunas de ellas.
Multitud de palomas viven en los centros urbanos de todo el mundo, se familiarizan con el hombre y aceptan su vecindad a cambio de una pequeña seguridad alimenticia; pero sin embargo se ignora que existe una culumbiforme, la paloma bronceada de Australia, que consume las semillas venenosas de una temible planta. Pero cosa curiosa, el veneno no se fija en su carne -que es muy estimada por el hombre- pero sí en sus huesos y, a veces, en tal concentración que los perros y gatos que los comen, son fulminados en pocas horas. El plumaje rojo, azul, verde y blanco de esta paloma -Phaps calcoptera-, refleja unos soberbios destellos metálicos y, por ello, añade una nota tornasolada a la belleza de los parques, jardines y plazas que suele frecuentar.
Las alondras desde que rompe el día, vuelan subiendo en espiral a gran altura, cantando su felicidad, emitiendo cascadas de trinos considerados por muchos ornitólogos como los mejores del mundo. Estas notas sonoras y melodiosas resuenan, como de puro cristal, en el aire sereno, brillante de rocío.
Paseando una mañana primaveral, el conocido poeta inglés Shelley, fue testigo de este vuelo triunfal de la alondra macho. Su canto le inspiró unos versos considerados los más bellos de su obra; este poeta designó a la alondra como " un espíritu feliz". La alondra es el símbolo de la campiña y la alegría de los campesinos.
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