jueves, 27 de mayo de 2010

EL CARBONERO LAPÓN (Parus cinctus)





Los bosques fríos poblados de abedules o bien mixtos de coníferas y abedules, están poblados de una gran cantidad de aves, de las cuales algunas tienen una conducta peculiar y atrayente. Pero el carbonero lapón -Parus cinctus- atrae todavía más la atención del observador; este pequeño pájaro insectívoro de trece centímetros de longitud y perteneciente a la familia de los Paros, que caza sus presas al vuelo, por medio de bruscos movimientos, escogió para vivir los bosques más desolados y fríos.


Este paro no se contenta con hacer el nido en los abrigos que le ofrecen con profusión los árboles -horquillas de las ramas, agujeros, oquedades en el tronco-, sino que se dedica a la búsqueda de bosques con madera blanda, sin que por esto se le pueda acusar de dañar la flora, porque el pequeño carbonero lapón escoge árboles muertos. abatidos o medio caídos dedicando varios días a confeccionar su nido.

Actúa igual que su pariente de América del Norte, el carbonero boreal, poniendo en fuga a la mayor parte de sus enemigos a pesar de su minúsculo tamaño. Algunos observadores manifiestan que el carbonero lapón efectúa mil artimañas, tales como torsiones del cuerpo, saltos hacia adelante con las plumas erizadas, y silbidos semejante al de los ofidios. Si esta actitud no surte el efecto deseado, retrocede y busca un hueco en el árbol más cercano a su nido y bate violentamente las alas contra el tronco; como es de suponer la resonancia, en el profundo silencio del bosque, es de tal efecto que el depredador, sorprendido, inquieto y asustado se bate en retirada definitiva y en su interior guardará este encuentro con el carbonero lapón un recuerdo que más adelante le hará evitar aproximarse a pájaros de esta especie.
A veces es este pequeño mundo silencioso y apenas turbado por el canto de algún mirlo, o por el silbido del viento entre las hojas, se ve alterado y pone a la espectativa a sus habitantes, cuando por causa fortuita el picapino de tres dedos persigue a los carboneros lapones y hacen poner en guardia a aquellas futuras víctimas que estaban a punto de ser capturadas por sus depredadores..
La hembra efectúa una sola nidada compuesta de seis a diez huevos que incuba ella sola, pero antes de esto, tapiza su nido con musgos y líquenes y no deposita sus huevos hasta tener la certeza de que su alojamiento es lo bastante blando y caliente para sus futuros descendientes; mientras se encuentra incubando es alimentada por el macho, luego una vez nacidas las crías son solícitamente atendidas por sus padres, dedicando toda su existencia al cuidado de la familia.

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