domingo, 30 de mayo de 2010

EL PICOZAPATO (Belaeni ceps rex)




Observando algunos jeroglíficos de artistas egipcios, referente a las aves, me llamó la atención, hace tiempo, la figura de una de ellas por el aspecto tan arcaico de su pico; iniciada la búsqueda de datos sobre esta singular ave, a la cual la naturaleza da la impresión que le faltó tiempo para modelarla, encontré que era el picozapato -Belaeni ceps rex-. Según afirman papiros que datan de las primeras dinastías faraónicas nos dicen que estas aves poblaban (hace seis mil años) todo el curso del río Nilo así como el conjunto de pantanos del África central.

Los picozapatos están incluidos en el Orden Ciconiformes, familia Baleicipítidos, en esta orden y otras familias encontramos a la cigüeña; ave martillo; arapapá y al ibis sagrado, entre otras.

El picozapato, vulgarmente conformado, rechoncho, sobre patas relativamente cortas, compactas, nudosas en las articulaciones, de aspecto torpe y trabado por su largo cuerpo, y, sobre todo, por su grueso pico, poco agraciado, ensanchado en forma de zapato -de ahí su nombre- y ganchudo en su extremo. Posee un cuello macizo, y lo parece aún más por su color oscuro, rodeado de azul, que se extiende por todo su plumaje; y una cresta que aumenta la impresión de desagrado que provoca este ave.
No es poseedora de ninguna gracia, ni elegancia y da la impresión de estar ante uno de esos animales prehistóricos, de mirada sombría e inquietante, de ahí lo que antes manifesté de que la naturaleza le faltó tiempo para modelarlo.
Sin embargo, todo esto ha dado como resultado el que actualmente, sea buscado por todos los especialistas, y jardines zoológicos, ya que se trata de una especie en vías de desaparición.
El picozapato, se reune en pequeños grupos, formado por unas diez parejas, que según parece son fieles y unidas para toda la vida.
Su nido es una grotesca bola de ramajes, situada en un cenegal o en arbustos, en el cual deposita la hembra tres huevos; mientras que esto ocurre hacen frente a los enormes cocodrilos del Nilo mientras vigila su caverna en las margas húmedas donde incuban sus huevos. Son muy aficionados a devorar a pequeños reptiles, en cuanto nacen, atacando también a las tortugas, a las que intentan a base de picotazos romperles su caparazón.
Cuando sus presas intentan huir, llaman a algunos de sus semejantes, y entonces varios picozapatos avanzan de frente en el pantano, trazando una bolsa que se cierra contra una orilla, y ahí aprisionadas y asustadas las víctimas son engullidas con voracidad.
Frecuentemente, al llevar a efecto estas cazas colectivas baten fuertemente sus alas para asustar todavía más a sus víctimas.

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