jueves, 6 de mayo de 2010

LA CANASTERA (Glareola pratincola)





Del tamaño de la golondrina dáurica, la canastera es un ave gregaria, muy chillona. Es ave de aspecto extraño, con alas largas, obispillo blanco, cola muy bifurcada y pico pequeño y rechoncho con base roja.


Procedentes del África Tropical, donde pasan la época invernal, se trasladan y se extienden en primavera, por la Europa meridional y todo el norte de África para llevar a cabo su reproducción.


La canastera -Glareola pratincola- de algo más de 20 centímetros de longitud, cuando las he observado al atardecer en algunas zonas del norte de Marruecos, casi siempre las he confundido -fácilmente- con las golondrinas. Después de más fijeza cuando se han posado en el suelo y comienzan a correr con inusitada rapidez me daba cuenta del error.


Elige la proximidad de los lagos y embalses para construir su nido, incluso en el suelo, en un simple declive, en el centro de un claro o de una llanura de hierba bien despejada: los he visto dentro de los excrementos secos de vaca. Generalmente tres huevos de color crema con pequeñas manchas de oscuro son los que las hembras habían depositado en la mayoría de los nidos, pues he de decir que aunque no crían en los mismos lugares cada año, sí lo hacen en pequeñas colonias. Cuando se penetra en una de estas, uno se ve acosado por la mayoría de estas aves dando pasadas, lo que hace que nos retiremos de ella, no por temer su acoso sino por miedo a pisar, sin querer, los nidos diseminados.

Anteriormente a todo ésto, machos y hembras, se han dedicado a un notable y emocionante espectáculo de competición, que los machos han ensayado sin cesar, delante de las hembras, proezas aéreas, deslizamientos, picados, con los que han cautivado, poco a poco, a una de las hembras. Cada pareja se marcha entonces en busca de una hondonada. Alternativamente, macho y hembra guardan allí los tres huevos, que eclosionarán al cabo de 18 días de incubación. Por turno, cada uno de los progenitores explora su zona de caza, por encima del agua, capturando en pleno vuelo los insectos que necesitan para su alimento, llevando parte de lo capturado al miembro que se quedó en el nido.
Cuando nacen las crías a los padres nunca se les ha visto que los dejen solos; siempre quedaba uno de ellos vigilando cerca del nido.Era curioso ver el sistema defensivo que empleaban basado en la intimidación y la distracción. A menudo veía como se agrupaban todas para proteger un solo nido. Simulaban actitudes anormales; andaban cojeando, se dejaban caer al suelo como si estuvieran heridas, volaban como si tuvieran un ala rota, todo ésto con el fin de alejar al intruso que penetraba en su zona de cría.
No puedo afirmar que todos estos trucos fueran coronados por el éxito, pero sí que veía alejarse muchas veces al ave que los había importunado. Con lo cual me hacía pensar que el empleo de estos comportamientos les darían, en la mayoría de los casos, el fruto deseado.


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