De las siete especies que existen en el mundo, solamente una de ellas cría en Europa; esta familia está estrechamente relacionada con los paros -carboneros y herrerillos-.
El mito -Aegithalos caudatus- es un ave pequeña,
tiene una longitud de 14 centímetros de los cuales 8 pertenecen a la cola, pico diminuto y movimientos activos, por ello en la maraña de mimbreras y álamos que suelen abundar en el soto, difuminadas entre la niebla del paisaje invernal, se observa el divagar afanoso de un grupo de pequeños pajarillos que con detenimiento exploran todas las ramillas y yemas. Parecen bolitas volantes de plumas -blanco, negro y rosa-, prolongadas en una larga cola, predestinadas a moverse sin descanso en el laberinto vegetal. Las bandadas en invierno son muy ruidosas y vivaces, pero, cuando se encuentran en sus territorios de cría, los mitos se suelen comportar de manera discreta y silenciosa.
El mito se parece a los carboneros y herrerillos por su constante movimiento acrobático, pero se diferencia de ellos en que no cría en oquedades, sino que construye una preciosa bola de líquenes y musgo, aglutinando los materiales con fibras, crines, capullos de orugas y seda de araña. Su interior está forrado de una cantidad asombrosa de plumas que el macho y la hembra acarrean desde grandes distancias; proveyéndose de estas plumas en los gallineros y desplumaderos de las rapaces.
Esta pequeña ave anida en cualquier sitio donde haya abundancia de árboles y arbustos; siendo su población muy escasa en niveles de montaña y en el interior de los bosques extensos. Es un ave muy sedentaria, solamente en la época de la reproducción los mitos se fragmentan en parejas durante ese corto periodo.
Es un verdadero especialista en consumir insectos muy pequeños o grandes en sus primeros estadios -periodos-. Es un valioso aliado contra las plagas de insectos, sobre todo de la temida procesionaria del pino.
El nido les ocupa su construcción un tiempo de ocho a catorce días, suelen situarlo a una altura comprendida entre tres y quince metros, en una bifurcación del tronco, otras veces lo sitúan bajo, entre el espeso ramaje. Es curioso que al principio de la primavera, dado su afán de recoger plumas se pueda atraer al mito, con sólo mover una pluma en el aire. Se han contabilizado en el interior de su nido, a veces, hasta dos mil plumillas; la verdad es que yo no las he contado porque me parecían muchísimas, pero si sé de quién se entretuvo en esto.
Su época de cría está situada entre los meses de abril a junio, durando la incubación de los ocho a doce huevos que pone la hembra, unos doce días. Esta incubación es llevada a cabo sólo por la hembra. Es un ave más de bosque que los páridos, por eso a esta diminuta y graciosa ave, no es muy corriente verla penetrar en los jardines.
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