Es la garza más común y familiar de Europa, a menudo la hemos visto en invierno descansando, inmóvil con la cabeza entre los hombros, o paseando en la desembocadura del Guadalmedina, con el cuello extendido, observando con mucha atención el agua situada a nivel inferior.
La garza real -Ardea cinerea- tiene una longitud de noventa centímetros lo que le hace ser la garza europea de mayor tamaño. A principios de marzo, llegan las garzas a Europa; pero vamos a fijarnos en una pareja de ellas que han volado, durante largo tiempo procedente de África y de la península ibérica, vuelan hacia el suroeste, en las orillas de las playas, junto al "infinito azul", eligen un olmo solitario, a poca distancia de las aguas estancadas.
La pareja se afana para terminar su nido; para ello transportan ramas y briznas de paja, que entretejen con ruidosos picotazos, formando una plataforma con una pequeña depresión en el centro.
Cuando este nido es hecho por primera vez puede ser lo suficientemente delgado para que se vean los huevos a su través, pero aumentan de volumen a medida que son reutilizados en años sucesivos.
En este nido la pareja, alternativamente, incubará durante un mes, desde principios de mayo, de tres a cinco huevos, de un bonito azul-verdoso.
En el momento de nacer los polluelos, erizados y hambrientos, no resulta agradable de verlos. Será necesario alrededor de seis semanas para prender a volar, y los padres se afanarán en enseñarles, alimentarles y protegerles. Las jóvenes garzas importunan frecuentemente a sus padres, acosándolos con su agudo pico; una vez que las crías abandonan el nido se alejarán lo más lejos posible de sus padres. Pero mientras tanto las dos garzas, quizá esperando efectuar otra nidada, permanecen estáticas, erguidas sobre una pata, con el cuello replegado, formando una graciosa "ese", alargándolo con rapidez para atrapar una presa. Son dominantes y serenas en sus terrenos de caza. Sus cabezas son estrechas, casi aplastada, y, como cosa curiosa su deficiencia muscular les impide mover el cuello lateralmente, todo lo confían a su pico, recto y fuerte, que suelen utilizar con gran destreza.
Las envuelve una ligera nube azulada; esto es el polvo impermeable, graso, y secretado por sus placas de plumón y que queda fijado en sus plumas. Debido a esto, podrán zambullirse y sacar sus presas del agua, sin temer a la humedad y sin deteriorar su plumaje. Desgraciadamente están desapareciendo como consecuencia de la civilización, que deseca pantanos, y ha abusado de los insecticidas y de los productos químicos, con el dramático resultado de exterminar, más aves útiles que animales nocivos, y que ha levantado barreras mortales en el cielo con los cables de alta tensión.
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