En estos días de invierno, vemos moverse por nuestra ciudad una pléyade de estilizados pájaros que no resultan difíciles de distinguir gracias a sus contrastes de blanco y negro, y que durante algunos atardeceres se ubican en los árboles de pequeñas plazuelas y durante el día lo vemos corretear por fuentes y a todo lo largo del río Guadalmedina. Estas aves llegaron a principios del otoño.
Pertenecen al orden de las paseriformes, familia motacílidos y su nombre científico es Motacillas alba. Existen dos especies de lavandera blanca; la común y la enlutada; su diferencia fenotípica está en el dorso de la común, que es gris y el de la enlutada, negro-azabache. Otro rasgo distintivo lo podemos encontrar en el capirote y el peto, en la primera están separados y en la segunda unidos. este ejemplar de la foto vemos que es una Motacilla enlutada, ya que su capirote y peto están unidos.
Existen otras razas de lavanderas blancas: Motacilla alba alba, originarias de Europa y Asia menor; Motacilla alba subpersonata, habitante del SO de marruecos; Motacilla alba yarrelli, de las islas Británicas y la Motacilla aguimp, habitante del Alto Egipto. Una leyenda muy antigua dice que esta última motacilla está considerada por los nativos de la región, como presagio de buena suerte si anida en el poblado.
Se hace muy difícil diferenciar todas estas razas de lavanderas a simple vista, pues sus diseños son muy semejantes así como la gran variabilidad de su plumaje de acuerdo con la época meteorológica, sexo y edad en estas razas.
Cuando el otoño anuncia un crudo invierno muchas de estas aves residentes en el norte de Europa emigran a África para invernar y, es cuando se observa un mayor número de componentes que tratan de cruzar el mar, las de esta zona -léase sur de la Costa del Sol, de Granada y Almería lo suelen cruzar através de la isla de Alborán en dirección a las islas Chafarinas y región del Cabo de Tres Forcas, para luego desplazarse por todo el norte de Marruecos.
La lavandera acostumbra a alimentarse en el suelo, por lo que la vemos correr velozmente ondeando su larga cola. Esta lavandera tiene su alimentación basada -principalmente- en pequeños invertebrados; caza al vuelo persiguiendo a moscones y tábanos, y en su deambular por los arroyos y pequeñas corrientes de agua persigue a las libélulas y otros insectos.
Su hábitat de cría es muy variado, haciéndolo en cavidades o agujeros de muchos tipos (paredes, edificios, taludes, acantilados, árboles, nidos de otras aves ), pero siempre desde el nivel del suelo hacia arriba.El nido tiene forma de taza hecha de tallos, ramitas, hojas y raíces, su interior está cómodamente tapizado con plumas y lana, y es construído sólo por la hembra.
Su época de cría es variable dependiendo que se efectúe en el norte o en el sur, será en junio o a finales abril; una nidada en el norte y dos en el sur.
Cuando la lavandera lleva en su territorio de cría aproximadamente un mes, ésta empieza a construir el nido, componiéndose cada nidada de 5 a 6 huevos de color gris o blanco azulado. la incubación es llevada a cabo enteramente por la hembra durante catorce días.
Completaré este somero trabajo sobre las lavanderas refiriéndome a otras dos motacillas también grandes insectívoras y que al igual que la anterior pasan muchas de ellas la temporada otoño-invierno en esta zona.
Ellas son: la cascadeña y la boyera, fenotípicamente vistas de lejos nos pueden parecer iguales por el predominio del color amarillo, pero vistas más de cerca la diferencian otros colores y en la época de reproducción el babero negro que posee la cascadeña en la boyera es blanco.
A todo lo largo de nuestro río Uad Al Medina (Guadalmedina), a partir de las primeras lluvias y torrenteras vemos a esta inquieta lavandera cascadeña -Motacilla cinerea- recorrer nerviosa los guijarros de la orilla persiguiendo a dípteros y pequeños coleópteros.
Cría usualmente en pequeños y rápidos torrentes de montaña o en orillas de lagos de montaña, situando su nido en agujeros y grietas en taludes y acantilados pero cerca del agua en movimiento.
Procedente de sus zonas de cría, situadas en el continente europeo, las diversas razas de boyeras que pasan por los aledaños de nuestra ciudad para dirigirse a sus cuarteles de invierno, en el África tropical, se caracterizan por los diferentes diseños de la cabeza de los machos.
Entre las razas boyeras conocidas tenemos las siguientes: boyera Kirgiz, del bajo Volga; boyera inglesa de Gran Bretaña; boyera de Sykes del SE de Rusia; boyera alemana del sur de escandinavia y Europa central; boyera Escandinava del norte de Escandinavia y Rusia; boyera Ibérica de la península del mismo nombre y sur de Francia; boyera egipcia de Egipto; boyera balcánica de los Balcanes y Mar Negro , y finalmente la boyera italiana de Italia y Albania.
Las razas que se quedan para pasar la época invernal se establecen en los límites de la huertas, ya que gusta a esta lavandera seguir al ganado siempre rodeado de enjambres de moscas.
La dificultad que encontramos para diferenciar en el campo a toda esta variedad de razas europeas, nos obliga a los observadores a designarlas a todas con el nombre de: Lavandera boyera.
Todos los años al atardecer, como todos los otoños , hemos visto la llegada de estas lavandera mezcladas con las comunes, cientos de ellas, dependiendo del clima otoñal europeo posarse, como antes manifesté en los árboles del parque y paseo de los Curas, llamando la atención del paseante por el jolgorio que forman buscando donde pasar la noche y reponer fuerzas para proseguir el viaje al África tropical; donde las bandadas de estas aves suelen acompañar en la sabana africana al ganado vacuno de los nativos y en los parques naturales siempre van junto a los rebaños de animales salvajes. la incubación de las dos nidadas que efectúa la lavandera boyera, es llevada a cabo sólo por la hembra, la cual al término de 14 días nacen los polluelos. Se ha observado que los padres cuando llevan la comida al nido no penetran directamente en él, hasta cerciorarse que no hay ningún depredador en los alrededores.
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