viernes, 30 de diciembre de 2011

CARRICERO COMÚN (Acrocephalus scirpaeus)


Los carriceros tienen la habilidad de trepar por las cañas, esta tarea la llevan a cabo agarrándose con sus robustos dedos y uñas y avanzando en zacudidas. Se les puede distinguir cuando lo vemos volar sobre la vegetación palustre, en una trayectoria rastrera llevando la cola desplegada y apuntando ligeramente hacia el suelo.

Con una longitud de trece centímetros este carricero, sin listas, es típico de las ciénagas, de color pardo fuerte por arriba, con un tinte rojizo en el obispillo; por debajo es cremoso, que se vuelve más de color ante en los lados y las infracoberteras caudales. Con estos colores se disimula muy bien en el revoltijo de tallos y hojas del marjal; le gusta desplazarse por la parte baja inmediata al agua.

En el verano es un huésped habitual del carrizo, que no sólo frecuenta las zonas encharcadas, sino que también se instala en las orillas medio secas.

Es un habitante más acuático que los otros carriceros y está más confinado en los carrizales puros.

El nido es trenzado por la hembra entre dos, tres o cuatro cañas a base de recoger fragmentos vegetales acintados y filiformes, que estén muy mojados para cuando se sequen formen una plataforma sólida con aspecto de cestillo. En él deposita la hembra de cuatro a cinco huevos de color blanco verdoso fuertemente manchados de verde.

El polluelo nace nidícola y desnudo; su boca es amarilla naranja, con un par de manchas negras ovales en la base de la lengua. Las comisuras bucales son amarillas.

Es semicolonial; los nidos están separados a cierta distancia.

Cría en Europa oriental y templada, al E hasta Siberia oriental e Irán; también en el N de África. Su zona de emigración está en el Sur hasta África tropical.

Está dotado de un canto lento, sereno, carente de la más mínima dulzura, es muy característico.

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