El Archaeopteryx, poseía tres garras puntiagudas sobre la articulación de cada ala; tenía un plumaje suave y tupido, pero parece ser que no tenía una gran capacidad para el vuelo.
Debía posarse regularmente sobre una rama o sobre el dorso de un tranquilo Brontosaurus.
Por el contrario, el Pteranodon -en la imagen- que era más rústico, y más próximo a los reptiles -no tenía, al parecer, ninguna pluma, y poseía- según los fósiles hallados, una envergadura que sobre pasaba los nueve metros, éste era un volador infatigable. Conocía a fondo el arte del vuelo planeado. Si el Archaeopteryx era, probablemente, el antecesor de las aves, el Pteranodon se parecía más a los quirópteros actuales.
Debían de tener -según los fósiles- el aspecto de un murciélago gigantesco, con un pico bien armado, de sólidos maxilares provistos de numerosos dientes muy eficaces. Este reptil -volador- gran depredador, atacaba a todas las presas del mar y de los pantanos proporcionadas con su tamaño. Entre otros peces, anfibios, reptiles acuáticos jóvenes y otros insectos, eran presas fáciles para sus rapaces instintos.
En silencio, como una sombra, el Pteranodon se dejaba caer sobre ellos, los atrapaba y devoraba en vuelo, volviendo a empezar.
Otro reptil volador era el Rhamphorhynchus, que poseía los mismos hábitos que el Pteranodon, pero de menos envergadura, del tamaño de una mediana rapaz, según los estudiosos no poseía el mismo dominio del aire.
Dejaba para el Pteranodon los grandes espacios descubiertos y él se conformaba con volar al abrigo de las encinas y palmeras, volando bajo sobre los pantanos en persecución de insectos y bactracios.
El Hesperonis, que solía frecuentar -sobre todo- los pantanos del Secundario, situados en lo que hoy es el Nuevo Mundo, no dudaba en arrojarse a las fangosas aguas para atrapar a sus presas; al igual que lo hacen multitud de aves marinas en la actualidad.
El cuerpo del Hesperonis estaba totalmente revestido de plumas, impermeabilizadas por una secreción similar a la de los cisnes, ánades y otras palmípedas actuales.poseía patas palmeadas que les ayudaban como excelentes remos y su cola corta de timón.
Volviendo al Archaeoteryx, este fue uno de los primeros animales voladores que aparecieron en el mundo. Aunque se trataba aún de un reptil, derivado directamente por adaptación al medio aéreo, de los grandes lagartos que poblaban los pantanos en aquellos tiempos. Poseía dientes, garras en las alas -como el actual Hoazin al nacer- y tenía el cuerpo parcialmente cubierto de escamas. Sus restos fosilizados nos permiten conocer perfectamente su tamaño (30 ó 80 cm.) y, no podemos imaginar su coloración.
Del Hoazin, ya hablé en otra ocasión y voy a repetirlo con ocasión de este trabajo.
Debía posarse regularmente sobre una rama o sobre el dorso de un tranquilo Brontosaurus.
Por el contrario, el Pteranodon -en la imagen- que era más rústico, y más próximo a los reptiles -no tenía, al parecer, ninguna pluma, y poseía- según los fósiles hallados, una envergadura que sobre pasaba los nueve metros, éste era un volador infatigable. Conocía a fondo el arte del vuelo planeado. Si el Archaeopteryx era, probablemente, el antecesor de las aves, el Pteranodon se parecía más a los quirópteros actuales.
Debían de tener -según los fósiles- el aspecto de un murciélago gigantesco, con un pico bien armado, de sólidos maxilares provistos de numerosos dientes muy eficaces. Este reptil -volador- gran depredador, atacaba a todas las presas del mar y de los pantanos proporcionadas con su tamaño. Entre otros peces, anfibios, reptiles acuáticos jóvenes y otros insectos, eran presas fáciles para sus rapaces instintos.
En silencio, como una sombra, el Pteranodon se dejaba caer sobre ellos, los atrapaba y devoraba en vuelo, volviendo a empezar.
Otro reptil volador era el Rhamphorhynchus, que poseía los mismos hábitos que el Pteranodon, pero de menos envergadura, del tamaño de una mediana rapaz, según los estudiosos no poseía el mismo dominio del aire.
Dejaba para el Pteranodon los grandes espacios descubiertos y él se conformaba con volar al abrigo de las encinas y palmeras, volando bajo sobre los pantanos en persecución de insectos y bactracios.
El Hesperonis, que solía frecuentar -sobre todo- los pantanos del Secundario, situados en lo que hoy es el Nuevo Mundo, no dudaba en arrojarse a las fangosas aguas para atrapar a sus presas; al igual que lo hacen multitud de aves marinas en la actualidad.
El cuerpo del Hesperonis estaba totalmente revestido de plumas, impermeabilizadas por una secreción similar a la de los cisnes, ánades y otras palmípedas actuales.poseía patas palmeadas que les ayudaban como excelentes remos y su cola corta de timón.
Volviendo al Archaeoteryx, este fue uno de los primeros animales voladores que aparecieron en el mundo. Aunque se trataba aún de un reptil, derivado directamente por adaptación al medio aéreo, de los grandes lagartos que poblaban los pantanos en aquellos tiempos. Poseía dientes, garras en las alas -como el actual Hoazin al nacer- y tenía el cuerpo parcialmente cubierto de escamas. Sus restos fosilizados nos permiten conocer perfectamente su tamaño (30 ó 80 cm.) y, no podemos imaginar su coloración.
Del Hoazin, ya hablé en otra ocasión y voy a repetirlo con ocasión de este trabajo.
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