lunes, 28 de septiembre de 2009

EL ARRENDAJO COMÚN (Garrulus glandarius)



El arrendajo pertenece a una de las más de cien especies de córvidos que se distribuyen por todo el mundo; es un habitante de diversos tipos de bosques, lugares claros con árboles dispersos, huertos y jardines. Está considerado como una de las aves más ariscas de nuestra avifauna. Sólo es posible verlo, brevemente, cuando escapa entre los árboles con un vuelo caprichoso, propulsado por batidos de alas irregulares.
Los arrendajos son aves terrestres de tamaño mediano a grande, la más grande de las passeriformes. Su pico y patas son fuertes.
En el bosque, los gritos vigilantes del arrendajo señalan el paso del hombre o el movimiento de cualquier animal salvaje, en particular del zorro al que persigue y da pasadas con gran enojo de su parte; todas estas conductas le hacen ser el centinela del bosque.
En la primavera el macho realiza un canto débil, se podría asegurar, de cualidades de ventrílocuo ya que en su repertorio introduce pasajes pertenecientes a voces de otros pájaros, imitando casi perfectamente los balidos de cabras y ovejas, que incluso llegan a engañar a los pastores que piensan que dichos balidos pertenecen a animales dascarriados.
Cuando se posee un arrendajo en cautividad, éste puede aprender a silbar canciones que previamente se les haya enseñado. Tiene como vecinos, entre otras aves, a alcaudones y lavanderas.
A finales de abril la pareja de arrendajos construye su nido, éste lo sitúan en un árbol hueco, en el cual la hembra deposita de cinco a siete huevos de figura subelìptica, lisos y muy brillantes, efectúan una sola nidada.
Su dieta es muy ecléctica y, como córvido que es, tiene una muy amplia gama de alimentos donde escoger, desde toda clase de sustancias orgánicas pasando por las bellotas, castañas y otros frutos cultivados, sin dejar de pasar a una nidada de pajarillos devorando huevos y polluelos.
El arrendajo tiene una costumbre que parece ser que tenga algo que ver con su aseo corporal, se suele acurrucar en el suelo junto a un hormiguero erizando su plumaje. Con esta actitud consigue encolerizar a las hormigas que se abalanzan sobre él y lo rocían con ácido fórmico. Observaciones sobre esta conducta han demostrado que éste llega incluso a coger hormigas una a una y colocarlas sobre su plumaje, podría ser que a través de esta táctica, quisiera combatir los parásitos que están alojados entre sus plumas.
Aunque común y conspicuamente coloreado, es muy cauto, especialmente cuando anida y con frecuencia se le oye más que se le ve. Cuando vuela son conspicuos el obispillo blanco y la cola negra.

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