La misión profética de Muhammad, (la paz y las bendiciones sean con Él) se puede dividir en distintos periodos. Éstos a su vez se reflejan en el Corán con determinadas características literarias.
Tenemos que en el primer periodo mequí (40 suras, 1219 aleyas,9% del texto), el ritmo y la rima son claros, llegándose a recitar, en la sura 54, de la Luna; cincuenta y cinco aleyas con asonancia única. Es decir: correspondencia de un sonido con otro.
La inspiración vemos que es corta; la conjuraciones, patéticas. Dios habla, y el hombre desaparece. Dios no quiere dar un código, sino, restaurar un culto. Hay que admirar las maravillas de la creación, pues estas si se quiere comprenderlas, son signos del poder de Dios. Explica los castigos sobrevenidos a los pueblos que no quisieron escuchar a sus profetas, y se insertan las tradiciones nacionales de los ad y los tamud.
El argumento más convincente es el día del Juicio. Sus maldiciones son terrible: Sura 111 "Sura de la fibra o de Abu Lahab". Aleya (1): ¡Que se pierdan la manos de Abu Lahab! Y perdido está.
En el segundo periodo (21 suras, y 1898 aleyas, 23% del texto): desaparecen los juramentos por los objetos de la creación, -sol, luna, cielo, etc.- y se jura por el Corán. Para que no se dude de que es Dios el que habla, se le cita explícitamente y se añade "Di", se desarrolla la historia de los antiguos profetas hebreos que son conocidos a través de la hagada de los judíos de Meca. Esto constituye la principal prueba de la misión de Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él).
En el tercer periodo (21 suras, 1656 aleyas, 233% del texto): La argumentación se hace vulgar, se dirige contra esa generación mala y adúltera que pide milagros cuando éstos se encuentran por todas partes: ¿Por qué hay que pedir un milagro cuando toda la naturaleza ya lo es? Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) es un simple predicador.
Al lado de estos temas aparece citado con frecuencia el Clemente, nombre con que se designa a Dios, y que parece proceder de una divinidad del sur de Arabia.
Las suras reveladas en el periodo medení (24 suras, 1464 aleyas, 35% del texto) difieren mucho de las mequíes. Ahora el Profeta -la paz y las bendiciones sean con Él- es un hombre de estado que no tiene que convencer: le basta con enseñar. Donde antes empezaba "¡Oh hombres!, ahora dice "¡Oh los que creéis!". Cuando se dirige a sus adversarios los recrimina: "¡Oh judíos, ¡Oh hipócritas!". Observamos que el estilo se hace pesado y difuso, y las aleyas son muy largas, los suras 2, 4, y 5 (de la Vaca; de las Mujeres y de la Mesa Servida), forman la décima parte del Libro, y contienen, casi íntegramente, la organización de la nueva sociedad, y buena parte de su historia. Aquí se ve que la influencia hebrea es muy clara.
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