viernes, 4 de septiembre de 2009

El incidente de su joven esposa Aisha

En el nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo.
El Profeta -la paz y las bendiciones sean con Él- estaba seguro, por fin, en Medina, y desde allí organizó varias expediciones en el norte; una de ellas contra los banu Liyan, con los cuales hizo un acuerdo. Otra expedición la llevó a cabo contra los banu Mustalaq, durante la cual ocurrió un incidente que tendría en el futuro graves consecuencias.
Cuando regresaban, los musulmanes hicieron un descanso en el desierto y la mujer más joven del Profeta, -la paz y las bendiciones sean con Él- Aisha, hija de Abu Bakr, se alejó del campamento sin comunicarselo a nadie, al parecer, porque había perdido un collar de perlas al cual le tenía mucho aprecio.
La caravana emprendió de nuevo la marcha, ya que pensaban que Aisha estaría en su palanquin. Cuando ella regresó al lugar donde había estado el campamento se encontró que éste ya no se encontraba allí; pensando que al echarla en falta volverían, se quedó allí, donde pasó la noche. A la mañana siguiente se presentó un apuesto joven, que por allí pasaba, éste se llamaba Safwan ben Mutal, y era hijo de Unatil; cuando el joven vio a la adolescente la reconoció y se ofreció a llevarla en su camello hasta Medina.
Este hecho fue aprovechado por los enemigos de Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) para hacer correr calumnias en las cuales la joven era presentada como una adúltera, aunque ella estaba ignorante de todo.
Esta campaña de falsedades, fue organizada por Ibn Ubayy, que con el tiempo quizá hubiera sido jefe de Medina de no haber llegado a oídos del Profeta -la paz y las bendiciones sean con Él-.
Estas calumnias hicieron que el Profeta -la paz y las bendiciones sean con Él- se comportara con frialdad ante su joven esposa, hasta el punto de que ella regresó junto a su madre.
Ali, yerno y primo de Muhammad -la paz y las bendiciones sean con Él- le llegó a aconsejar que la repudiara. Pero ocurrió que las aleyas "descendieron" y exculparon a Aisha, que Dios esté complacido con ella.
En el sura de la Luz, 11-20 hace referencia a este tema; concretamente la aleya 11, dice: En verdad los que vinieron con esa calumnia son un grupo de vosotros, no lo consideréis un mal para vosotros, por el contrario un bien.
Cada uno de ellos tendrá la parte de delito que haya adquirido y el que de ellos es responsable de lo más grave tendrá un castigo inmenso.
Una vez finalizadas estas aleyas 11-20 del sura la Luz. Se establecieron las normas jurídicas a propósito de las acusaciones de adulterio, como queda también reflejado en el mismo sura, aleyas 4-5: "Y a los que acusen a las mujeres honradas sin aportar seguidamente cuatro testigos, dadle ochenta azotes y nunca más aceptéis su testimonio. estos son los descarriados."
" A excepción de los que se retracten después de haberlo hecho y rectifiquen, pues en verdad Dios es Perdonador y Compasivo."
Queda aquí reflejado el clima de velada hostilidad a que el Profeta - la paz y las bendiciones sean con Él- debía hacer frente, tal y como queda confirmado por otros hechos: Nasr ben Harit, huyó con algunos apóstatas, y con uno de los secretarios del Profeta -la paz y las bendiciones sean con Él- con sus grocerías, y después se fugó a Meca, donde dio comienzo a una difamatoria campaña contra los musulmanes afirmando que él mismo podía componer el Corán. Luego fue perdonado llegando a convertirse en un hábil general y hombre de estado.
Pero cuando Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) se encontraba inmerso en la campaña victoriosa de Tabuk, en el 630, noveno año de la hégira, tuvo lugar, tal vez, el hecho más grave. Un religioso llamado, Abu Amir -que ya había intentado dañar al Profeta -la paz y las bendiciones sean con Él -impulsó la inauguración en Medina de una "mezquita rival". Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) tuvo conocimiento de ello en Awan, donde había parado durante su viaje de regreso, y al instante mandó a varios fieles a que la destruyeran.
En el año 628, allá por el mas de marzo, el Profeta -la paz y las bendiciones sean con Él- con un grupo de fieles, salió de Medina para realizar la "peregrinación menor" a Meca. Mandó, después de acampar en Hudaibiyya, a Utman como emisario para solicitar de los coraxíes que le permitieran entrar libremente en la ciudad. Al regreso, el emisario, trajo una propuesta; "no permitían este año que entrara en la Ciudad Santa, pero, daban su conformidad a que la realizara el próximo año a cambio de diez años de tregua; durante los cuales, no serían atacadas las caravanas de los coraxíes por los musulmanes.
Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) aceptó y cumplió la "peregrinación menor" en Hudaibiyya, a pesar de las protestas y gritos de guerra de sus seguidores.
Una vez más queda patente su agudeza diplomática, rica en positivas consecuencias; demostrando Su grandeza, fuerza de ánimo y carácter, ante la actitud de los mecanos y la impaciencia de alguno de su compañeros.
Pasado dos meses, mayo del 628, se apodera del rico oasis judío de Haybar -al norte de Medina- y después de Uaid Al Kura, lugar éste donde instituyó la "capitación"; era un impuesto que debían pagar todos los que aún perteneciendo a otras religiones deseaban vivir en territorio musulmán sin abrazar el islam. este impuesto consistía en una cuota fija que era entregada a comienzo de cada año lunar. Debían pagarla todos los hombres adultos y libres, exceptuando a los ancianos, las mujeres, los inválidos, los esclavos, los mendigos, los enfermos y los enajenados. Una vez más se aprecia el gran amor de Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) por los más débiles. Esta exclusión alcanzaba a los extranjeros que permanecían en un país islámico menos de un año, así como a los fronterizos que se enrolaban en las expediciones militares, sin ser musulmanes.
La recaudación de esta "capitación" se destinaba al pago de las pensiones, la beneficencia y obras de caridad; al igual que se hacía con las limosnas.

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