lunes, 19 de octubre de 2009

EL NEGATIVO RECIBIMIENTO DE MUHAMMAD EN OCCIDENTE





La rápida conquista de gran parte del Mundo Antiguo y la ocupación de la orilla sur del mar Mediterráneo; la llegada de los musulmanes a España y Sicilia, la caída de Constantinopla y la de los turcos a las puertas de Viena, convirtieron a Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) en el más peligroso enemigo de Europa y de la cristiandad durante mucho tiempo. Si unimos todo esto a muchos siglos de una propaganda feroz y al desconocimiento en occidente de los musulmanes dio como resultado el odio y las divisiones, que aún hoy día se puede advertir en muchos lugares.
Las primeras noticias que se tuvieron del Profeta- la paz y las bendiciones sean con Él-, llegaron a Europa desde Bizancio y a través de los cristianos mozárabes que vivían en la España musulmana y de Oriente Medio. Los primeros que se refirieron a Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él), parece ser que fueron Juan Damasceno (650-750) y Anastasio el Bibliotecario; también fueron importantes el español Eulogio de Córdoba (siglo IX), y Pedro de Alfonso con sus Diálogos (siglo Xi-XII). Mucho peso en este tema tuvo un tratado, Epístola Saraceni, comienzos del siglo XI, del que proceden varios panfletos como el Speculum Historiale de Vicent de Beauvais y la Quadruplex Libelos, que presentan a Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) como un mago y un cismático.
En cuanto a lo de cismático, pienso, que hubo grandes escisiones, que nunca fueron de carácter doctrinal sino político, por lo que nunca en el seno de la unión islámica hubo ningún cisma. Creo que debido a la popularidad del Profeta -la paz y las bendiciones sean con Él- en Europa, trajo como consecuencia el florecimiento de varias leyendas, entre las que destaca una de Hugo de Fleury, al comienzo del siglo XII; también encontramos referencias sobre Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él) en la Chanson de Roland (siglo XI); en la Cycle de Guillaume d´Orange; en la Conquête de Jérusalem (1180 aproximadamente) y en otras obras.
Las difamaciones continuaron en El Libro del Tesoro, de Brunetto Latini (1268) y la Leyenda áurea de Jacobo da Varagine (1280); sin olvidar El Libro del Gentil e Los Tres Savis (1267) de Raimundo Llull. En Inglaterra también fueron publicados calumnias difamatorias iniciadas en el año 1362 con el Piers Plowman (Muhammad cardenal renegado), de William Langland, y la alusión de John lydgate en su obra The Fall o Princess (1483).
Muchas de estas noticias fueron recogidas por John de Mandeville (1300-1371) en su libro Voyages, con un tono denigrante que posteriormente retomó el dominico alemán Richard (1540) en su Confutatio Alcorani, que fue traducido por Martín Lutero.
Con la llegada del siglo XVIII, aparecieron posturas a favor de una visión más equilibrada y objetiva, comenzando por Vie de Mahomet de Boulainvilliers, publicada en Londres, en 1730, sólo después de la muerte del autor. Pero este texto fue rebatido por Jean Garnier, escribiendo una Vie de Mahomet (1732) en la que insistía en la negatividad del "cismático".
Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él), fue protagonista de obras literarias, en particular para el teatro, se destacan la tragedia de Voltaire (Le Fanatisme de Mahomet le Profhète), representada en París en 1742 y que fue posteriormente censurada por el clero local. Henry Brooke reinterpreta esta obra en 1778. Goethe escribió en 1773 un poema, Mahomet Gesang.
En el siglo XIX fue aceptada la realidad histórica y la grandeza de Muhammad (la paz y las bendiciones sean con Él). Este importante cambio fue debido a la trascendental participación de Pauline von Günderrode, con el poema Mahomas Traum in de Wüste (1804) y el drama Mahomet Oder der Prohet von Mekka (1805), así como también Victor Hugo, con tres largos fragmentos en su poema La Légende des Siècles (1859).
Fue una pena que alrededor de esta gran figura que hizo tanto para cambiar un mundo idólatra por otro creyente, fuera vilipendiado y calumniado. No deseo referir más cosas sobre este tema, que a mí como católico creyente y desde el respeto hacia este gran Profeta -la paz y las bendiciones sean con Él-, que supo con la ayuda de Dios, cambiar un mundo tan cruel e idólatra como era Arabia en esa época. Una zona que fue ignorada por dos grandes religiones como la judía y la cristiana, pero no por Dios, que se valió de este sencillo hombre para que se cumpliera lo que Él le dijo a Abraham, "haré de tú descendencia -Ismael e Isaac- que sea más numerosa que las estrellas del firmamento".






No hay comentarios:

Publicar un comentario