Día 28 de enero
Durante un periodo que va desde el alba a las siete y media de la mañana visitó los trabajos en los túneles; la línea concertada antiguamente se atravesó sin ninguna complicación y, sobre las nueve se terminó e conocer la medida del trayecto de una parte del túnel hasta la limitación del túnel contrario, aproximadamente, dos metros y medio.
De conformidad con el general y el gobernador se decidió a toda prisa cargar la mina entre las once y las dieciocho horas.
En otra dirección pudimos nosotros actuar por medio de la desviación de otro túnel orientado al túnel de oposición de los enemigos por detrás; la llegada de las novedades de la rotura del túnel de los enemigos debido a una perforación que se desvía media pulgada y a través de ella les fue posible a nuestros hombres observar a los excavadores moros sin que ellos se dieran cuenta de nuestra presencia en el lugar, se acudió justo después de la conformidad de los dos gobernadores que se realizara la carga de otra mina en aquella dirección. (71) La tarde del mismo día se comenzó a cargar la mina de la derivación de tres de los túneles dirigidos al lugar de la excavación del enemigo. Los dos gobernadores ordenaron que un número de minas explosionaran a la mañana del día siguiente, entonces exigieron que fuera en el lugar donde tenían proyectado. De hecho se terminó la operación en la dirección deseada.
A la fortaleza llegó una nave real procedente de Cádiz con un convoy de embarcaciones llevando a bordo oficiales, 30 cañones, 25 piezas de artillería de bronce y, otras necesidades en ayuda de esta fortaleza.
El campamento moro llegó a arrojar 124 granadas y cañonazos, la fortaleza respondió con fuerza empleando el entusiasmo de siempre. A la fortaleza llegó un espía pero ignoro las noticias que traía, pues sólo las conocieron los dos gobernadores. (72)
(71).- El informante Aomar entró para comunicar que los moros desistieron de la voladura de una mina próxima al fuerte Rosario.
(72).- Comunicó que un grupo de enemigos se habían distribuidos por los jardines cercanos al fuerte Santa Bárbara y fuerte del Mar y se apropiaron de algunas planchas de madera en forma de cuña que sobresalían por los lados unos clavos de punta afilada que cuando se pisaban causaban dolor, y que estaban situadas en los alrededores de los baluartes para impedir las operaciones de escaladas hacia ellos: esto era una invención de guerra.
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