domingo, 27 de junio de 2010

MOHAMED BEN ABDELKRIM BEN AL JATABI (continuación)




LA GUERRA DE LOS GASES VENENOSOS.



Al siguiente día de la rebelión rifeña como consecuencia de la amenaza política europea colonialista, puso en guardia al mariscal Lyautey que era el Alto Comisario en Marruecos, entonces decidió: "la más grande amenaza a la civilización y a la paz de los occidentales".

Reclamó el exterminio de la rebelión con la mayor rapidez posible.

No fue posiblemente el empleo de la guerra de guerrillas, por medios tradicionales, así como no fue el vencer el coraje que adorna a las cabilas del Rif, con la superioridad militar en número y preparación tanto por parte española como por Francia, que los dos países disponen de modernos equipos militares y técnicos, pero ellos combaten a un "pueblo sediento de libertad, que defiende sus sagrados derechos islámicos con toda energía y reflexión, y su fuerte voluntad de la satisfacción de caer en la lucha como mártir de la Fe que es el más alto deseo que tiene el valor como defensa de la tierra".
Y así, a pesar de la prohibición de utilizar armas químicas, que es un crimen de guerra, España no estuvo en condiciones de resistir a las incitaciones militares para usar aquel instrumento de exterminio colectivo.
En el verano de 1921, España se dedicó a producir una cantidad de granadas de gases, instalando una producción especial con depósito para su producción de primera calidad, la cual fue destinada para ser utilizada en las zonas ocupadas. La ayuda para este proyecto venía de Alemania que se encontraba en posesión de esta clase de armas mortales; entonces España es considerada el primer país en el campo del rearme industrial especial en la producción de armas de exterminio después de la Primera Guerra Mundial, a pesar de toda la prohibición que se estipula en el tratado de Versalles de 1919.
La guerra del Rif desmoronó las barreras morales sobre la utilización de gases venenosos, y la primera guerra química aérea de la historia, que fue utilizada por las fuerzas colonialistas de España y Francia por primera vez y en forma programada lanzando los gases por medio de aviones. Esta llamada que sincronizó con la ejecución de las negociaciones en Ginebra en torno a su prohibición donde se situó España y Francia en el año 1925, sobre su protocolo de Ginebra que prohibió la utilización de armas químicas.
Después de la Primera Guerra Mundial, el Rif se convirtió en el campo de experimentación número 1 en relación con este experimento, y también en relación a los aviones y carros blindados como refleja el libro (La guerra de los gases venenosos en Marruecos, Abdelkrim frente a las armas químicas) por los autores Robert Kunz y Rolf Dietter Mular y su traductor al árabe Abdali Amrani.
En un viaje a Madrid en el año 1921, el alemán Stolzenberg llevó a cabo conversaciones para la fabricación del gas iperita, por medio de un viejo método, cuyo elemento base es -Diglictol- tratado con ácido clorhídrico; los gastos del proyecto se estimó en 10 millones de pesetas, y se efectuó el flete de esto compuestos químicos en el año 1922, por medio de un barco; este material consistía en "fosfato" equivalente al gas militar pulmonar y bombas de "fósforo" que se encendía al contacto con el agua.
En relación a la instalación de la fábrica de gas que entró en funcionamiento en el año 1923 en Melilla, en ella trabajaban 200 hombres, con equipos de relevo cada 10 días, debido a la aparición de accidentes de envenenamiento, los cuales provocaron muertes con importantes lesiones.
España utilizó estos gases venenosos en el asedio a los guerrilleros en sus inexpugnables refugios que se hacía imposible a la artillería y a la infantería llegar a ellos o sus impactos los preservaban en un 100% de proyectiles explosivos, y proyectiles cargados con bolitas de plomo. Los gases venenosos, se elevaban en dirección al escondite, y bajaban a la depresión, la trinchera, y la excavación durando su efectividad varias horas o varios días, de acuerdo con el tipo de gas utilizado y su estructura, mientras que los proyectiles tradicionales, se transforman en simples esquirlas y fragmentos esparcidos, que no tienen la posibilidad de producir ningún peligro...

1 comentario:

  1. Muy bueno.
    Pero el investigador alemán es Rudibert Kunz (no Robert) y el químico alemán es Stoltzenberg (no Stolzenberg)

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