Según los historiadores marroquíes, tres peculiaridades colocaron a Mohamed ben Abdelkrim y a su hermano al frente de la revolución, reuniendo en torno a ellos a las cabilas:
La sabiduría, el valor y el poder sobre los estudios profundos de los sucesos políticos a gran velocidad.
La intención básica de la revolución no se limitó a la necesidad de una resistencia a las fuerzas españolas y francesas para Marruecos solamente, sino una resistencia ante las entidades extrañas a la Patria y, un comportamiento y observación del ordenado ejército español y una prueba de las batallas heroicas que realizó -el noble Al Yilali ben Dris Abdesalam Al Yusuf, autoproclamado El Roghi el pretendiente, al trono de Fes- y las fuerzas invasoras españolas en el año 1909. Además de un completo conocimiento de los españolas, se siguió con toda atención los movimientos del general Silvestre, el cual se dirigía con sus fuerzas en dirección sur con el mismo número de hombres y hacia una superficie cada vez más amplia, mientras los frentes y las líneas de aprovisionamiento se debilitaban cada vez que se excedía en la penetración, y el plan de Mohamed ben Abdelkrim era que si el general avanzaba poco a poco en la penetración al sur cada vez lo más lejos posible de las posiciones de aprovisionamiento, la victoria sobre él sería posible.
Beni Urriaguel, había recuperado la confianza después de grandes dificultades, en vista de que el líder y su hermano vivieron con los españoles, y colaboraron no sólo con España sino también con Francia para permitir a España penetrar en el Rif y, por eso Mohamed Abdelkrim pudo reunir a su alrededor a un grupo de luchadores en un tiempo breve, pero para dispersarse después.
Tenía la mayor parte de sus reservas a gran distancia, y tenía por una parte y por otra la victoria, los partidarios y los simpatizantes de la revolución desde el exterior; además de la llegada de la reserva de las finanzas de los amigos.
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