martes, 7 de septiembre de 2010

EL CARBONERO GARRAPINOS (Parus ater)



Una de las nueve especies de páridos que crían en Europa, es, el carbonero garrapinos -Parus ater- de once centímetros de longitud, este paro es el más pequeño de las especies europeas.
Cuando en el mes de diciembre los viejos pinares de la sierra, cubiertos por las heladas aparecen silenciosos y prácticamente deshabitados; si no fuese por el rebullir de alguna ardilla y unas sencillas piadas que llegan desde las copas de los árboles, donde se remueven grupos de pequeños pajarillos, se podría pensar que el bosque está muerto. Pero no es así, porque estas avecillas, dan un poco de vida a esa aparente soledad, cierto es que el observador necesitará una buena dosis de constancia para poder descubrirlas en la espesura del follaje ya que son muy móviles.
El carbonero garrapinos tiene el píleo (parte superior de la cabeza) y la garganta de color negro, sus mejillas son blancas y posee una sobresaliente mancha blanca en el cogote. Su dorso es gris oliva; blanco por debajo y posee una doble franja alar blanca.
Como todos los páridos, se reproduce en cavidades; cajas anideras, agujeros de los picos carpinteros y en árboles sin raíces, lugares que garantizan la cría abundante de esta común especie.
Como su nombre indica, garrapinos, son los pinares y los bosques de coníferas los lugares donde hay mayor abundancia de estos carboneros, la preferencia de la mayoría de esta especie es criar en media y alta montaña y no tanto en los niveles más bajos.
Entre la avifauna que ocupan los hayedos, la franja de abedules del cantábrico y otros pequeños terrenos de caducifolios la especie garrapinos es la dominante.
Parece ser que, en la época de reproducción, donde hay muchos herrerillos comunes hay pocos carboneros garrapinos, y viceversa.
Aunque es muy común en los bosques de coníferas, visita a menudo los jardines y parques, esta aparición en los parques urbanos en la época invernal, nos indica unos considerables desplazamientos; así como su atrevimiento a sobrevolar los espacios desarbolados. Una vez acabada la época de reproducción se reune en bandadas mixtas con otros paros, reyezuelos y mosquiteros.
Su nido, construido por la hembra, es una taza de musgo y telaraña, tapizado su interior con pelo, partes pelosas de las plantas y plumas, formando todo ellos una gruesa capa. Generalmente efectúa dos nidadas compuestas cada una de ellas de nueve huevos, que son incubados sólo por la hembra, éstos son de color blanco, finamente punteados y manchados de color rojizo. Cuando abandona el nido, el grupo familiar tiende a permanece unidos cierto tiempo hasta que los jóvenes se apartan de los padres.
Tiene una alimentación muy variada entre todo tipo de pequeños insectos, lo mismo arañas, que cualquier otro pequeño animal que viva dentro de su hábitat. Pero por lo que se le debe estar más agradecido es por su gusto hacia las temidas orugas de la procesionaria, cuando hasta el tercer estadio, entre las cuales hace grandes estragos; su buen apetito le hace no despreciar a las fétidas chinches del campo.

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