Después de las violentas batallas que tuvieron lugar en el verano de 1925, y las enormes pérdidas que sufrieron las fuerzas españolas a manos de los rifeños, apareció unas claras incompatibilidades en los análisis de los periódicos españoles hasta el más alto nivel de la censura en unas informaciones intransigentes promulgadas por el general Jordana y unas órdenes que se caracterizan por la flexibilidad que dio el general Primo de Rivera, y fue este último el que informó a la opinión pública general española la aceptación de la idea de la posible retirada general de Marruecos y su aplicación sobre la tierra situada más abajo.
La embajada francesa en Madrid observó estas vicisitudes e indecisiones en los análisis de la prensa española, y fue en el invierno de 1925, cuando se envió un informe del tema al ministro de Asuntos Exteriores en París. En cuyo informe decía: "en esta situación, y con respecto a las relaciones de la embajada con la prensa y los medios, esta embajada permitió la renovación de los créditos abiertos por un periodo de tres meses, esto hizo que se llevara a cabo la preparación para la obediencia de nuestras directrices sin que realicen escritos que despierten sensibilidades.
Y así fueron las opiniones oscilantes en España; los sucesos de Marruecos no se aclararon después de sus resultados, quizás formamos nosotros también ante la dificultad de la elección decisiva para una política terminante".
Pero a comienzo de 1926 volvió el optimismo a las páginas de los periódicos españoles: el secreto de este optimismo estaba en la colaboración militar franco-española. Entonces la prensa compitió en proclamar la cercana victoria del ejército colonialista en el Rif. Y bajo el título: "Francia y España en Marruecos, ante la definitiva victoria", esto se publicó en "Correspondencia militar" el día 2 de marzo de 1926, durante dos semanas de conversaciones en Uxda y, en este artículo los rifeños hacían proposiciones para la paz, manifestando a su gente que Francia y España se pusieron en marcha en Marruecos, basándose en un completo pacto entre ellos. Y antes de una semana del encuentro de Uxda, el gobierno español aludió a su completa satisfacción por la forma con que la prensa trató los sucesos de Marruecos.
La prensa de Madrid informó el día 10 de abril de 1926, que el Consejo de Ministros en fecha 9 de abril publicó un informe en el que uno de sus párrafos decía:"el gobierno manifiesta a la prensa su gratitud por el inteligente y patriótico camino emprendido para informar del tema marroquí ya que con esta actitud ha colaborado en el fortalecimiento de la autoridad del gobierno y en la estimulación de la opinión pública".
El comunicado de la prensa provocó la necesidad de la precaución y la disciplina: "la publicación acerca de las fechas, los lugares y los nombres, así como las aclaraciones de interés, el proyecto seguido y su reforma o la manifestación de la opinión pública frente a negociaciones y probables operaciones es un asunto inútil, surgiendo probablemente la curiosidad o ignorando alegremente a la madura gente que aspira a confirmar resultados agradables. Y esto es importante".
De hecho, fue la prensa española, en una aplastante mayoría, la que flexibilizó el temperamento, y comerció con la guerra del Rif de acuerdo con lo que imponía el mando colonialista a través de situaciones y actitudes.
El gobierno español añade a este propósito "El gobierno está persuadido, con toda justicia, que obtiene la confianza de la opinión general en el desarrollo del tema marroquí que siempre trabajó con ella y que consideraba éste un periodo más positivo que cualquier tiempo pasado.
El objetivo del gobierno sólo es el fruto de los esfuerzos militares y los sacrificios que ofrecieron los ciudadanos como una ofrenda al país, como un nuevo servicio que acabó con su preocupación".
La prensa española persistió en el silencio sobre el tema de los problemas que influyen en el comunicado gubernamental y, una resolución logró de los medios informativos el deber de las informaciones oficiales. Y todos esperaban con impaciencia el anuncio de la derrota de los rifeños.
"Solamente los traidores y los cobardes son los que no dan importancia a la defensa del derecho de los pueblos maltratados en el establecimiento de su desarrollo".
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