Algo más de trescientas especies de escribanos existen en el mundo; catorce de ellas suelen criar en Europa, encontrándose en una amplia variedad de hábitat abiertos.
Los escribanos europeos, exceptuando al triguero, son dimórficos siendo los machos muy coloreados y las hembras más apagadas en su colorido. De todos estos escribanos me voy a referir al hortelano -Emberiza hortulana- que es el único de todos los escribanos de nuestra fauna que inverna en África, y consigue hacer - a pesar de su régimen granívoro, que le exige beber agua-la travesía del desierto del Sahara; esta hazaña, entre los comedores de semillas, sólo la logran la codorniz y la tórtola. A veces cuando me refiero que emigran a África, estoy refiriéndome a más allá del Atlas Mayor y Medio.
El escribano hortelano es un amante de los lugares soleados, con suelo descubierto y posaderos esparcidos; los hortelanos indígenas se reproducen numerosos en el piso de la alta montaña, cantando en los últimos enebros y pinos pequeños que bordean la hierba alpina.
Parece ser que este pájaro en épocas pasadas era conocido como el "ortolán" de los gastrónomos franceses, gozando entre ellos de exquisita reputación culinaria, y, que para no perder un ápice del aroma del guiso, los comensales lo consumían tapándose la cabeza y el plato con una gran servilleta.
Su hábitat son las campiñas abiertas con árboles y arbustos diseminados, los lindes de los bosques y los huertos de frutales. En las montañas del sur ocupa zonas hasta los dos mil metros de altitud.
A pesar de su aspecto granívoro, el hortelano, en la península ibérica consume muchos insectos, que busca entre el matorral, arboledas y zonas de cultivo; es, por tanto un pájaro que debemos proteger. Antes de su marcha a África, suele completar su dieta con frutos sazonados y semillas.
En Rusia este escribano recibe el nombre de escribano "de jardín", aunque los jardines son sólo uno de los hábitat que utiliza.
El macho en la época de celo recita una tonadilla de escribano, corta, melancólica, que suele durar horas, lo hace desde un sitio elevado. Unos días después de la llegada del macho aparece también la hembra en el territorio de cría. Construyen un nido que esconde en el suelo en una inclinación, en este nido la hembra incuba de cuatro a cinco huevos, recibiendo durante este tiempo el alimento que le proporciona el macho, sin que ella se mueva del nido.
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