Perteneciente al orden de las falconiformes, la familia accipitridos abarca a una extensa red de miembros entre los cuales encontramos al azor.
El azor -Accipiter gentilis- tiene una longitud entre cuarenta y ocho y sesenta centímetros; esta magnífica rapaz también fue perseguida y tratada de exterminar cuando no hace muchos años se consideraba a las aves rapaces como animales dañinos; últimamente se ha producido un eficiente cambio de mentalidad frente a estas aves, comprendiéndose, al fin, su inestimable valor dentro del sistema ecológico. Debido a las sabias presiones de las sociedades protectoras de la naturaleza, quedaron protegidas durante todo el año. ¿Pero qué podemos manifestar de esa protección si por otro lado no respetamos sus hábitat? ¿De qué le vale a las aves las protecciones, si luego la mayoría de las veces, por capricho, por ignorancia, por flojedad mental se talan los árboles -sin necesidad- donde ellas tienen que anidar, vivir, y protegerse?. El futuro de las aves, en general, depende pues, esencialmente, de que consigamos detener a tiempo la descabellada destrucción del medio ambiente y éste está en el campo.
El azor es el accipiter más grande y se distingue de las rapaces de tamaño semejante por la combinación de las alas redondeadas y cortas y su larga cola.
Las parejas de azores permanecen fieles durante todo el año, cooperando ambos sexos a la construcción del nido en lo más alto de un pino de un roble, es una estructura grande y somera de ramas secas y mal colocadas, tapizada con trozos de cortezas y con ramas de hojas o agujas de coníferas, que constantemente renuevan. En este nido la hembra, que efectúa una sola nidada, deposita de dos a tres huevos a intervalos de tres días que son incubados por ella sola; de mayor tamaño que el macho es la encargada de la protección y alimentación de las crías mientras éste provee la comida.
Las dotes del azor para la caza han sido admiradas desde siempre; no obstante, esta rapaz no ha gozado del prestigio del halcón. En la edad Media, época de oro de la cetrería, no se le tenía por ave noble, sin embargo se le domesticaba fácilmente para que trajera la caza a los pies de su amo; el azor sólo era utilizado por pequeños señores y no tenía sitio en las pechas reales, junto a los halcones.
Cuando observamos al azor cazando, vemos su rapidez y destreza, siendo capaz de aumentar súbitamente su velocidad, volando entre árboles y ramas con agilidad.
Captura a las aves en vuelo, especialmente a las grandes especies de los bosques, como aves de caza, llegando a saltar las granjas para apoderarse de alguna gallinácea. Está distribuido en las regiones septentrionales y templadas del Viejo y Nuevo Mundo.
Chén fung: Raudo vuela el azor sobre aquel tupido bosque.
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