jueves, 26 de mayo de 2011

CORNEJA NEGRA (Corvus corone)




La corneja negra apetece mucho el borde del río, los olmos, los sauces y las frondas de chopos, lo que se denomina como soto.

Es un paseriforme perteneciente a la familia de los córvidos. Esta especie es quizá la más numerosa de los córvidos negros; tiene menor talla que el cuervo, un pico más débil y su cola es cuadrada. Sin embargo, nos es más difícil, si tratamos de diferenciarla con la graja; aunque ésta última sólo aparece por la península ibérica en invierno.

Esta corneja se divide en dos subespecies: la negra -que tratamos aquí- Corvus corone corone, habitante europea desde el río Elba en dirección a Viena y, a través de los Alpes, hacia el norte de Italia; y la Corneja cenicienta -Corvus corone cornix-que se introduce hasta la parte más oriental de Siberia.

La identificación de la corneja negra es: cuarenta y siete centímetros de longitud, totalmente negro, lustroso cuando le incide la luz. Posee un pico robusto y negro, tiene un vuelo directo, lento y regular.

La corneja negra gusta de vivir en las lindes de los bosques, los lugares donde abunda la caza y los pastizales, aunque también suele anidar en el centro de las grandes ciudades.

Las cornejas son fieles a su pareja a lo largo de toda su existencia. Su época de cría abarca desde marzo hasta junio; en el nido depositan de cuatro a cinco huevos, que son incubados durante aproximadamente veinte días. La pareja construye su nido bien alto en la copa de un árbol y hecho con trozos de ramas secas, tierra y musgo y, su interior lo tapiza con pelos y hierbas.

La hembra es la encargada de incubar los huevos, sólo la vemos cuando sale del n ido para picotear el alimento que el macho deposita cerca del nido, o se la da en el mismo nido.

El alimento de la corneja negra es omnívoro, aunque prefiere una alimentación basada en carne. come de todo, desde insectos a carroña, sin despreciar a pequeños pájaros y mamíferos; suele saquear los nidos de otras aves para sorber los huevos.

La experiencia que se les supone y que dan buena muestra de ella, se debe a que como pueden vivir hasta alcanzar los setenta años, esta longevidad les hace acumular multitud de experiencias.

A la llegada del invierno, las cornejas se reunen -a veces- en grandes bandadas revueltas con grajillas y cuervos.

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