En el mismo hábitat del escribano palustre, encontramos a la lavandera boyera. Aunque habitan en zonas palustres anidan, a veces, en campos y terrenos baldíos cubiertos de escombros.
Es muy fácil contemplarlas junto a las manadas de rumiantes; ver a estas aves inquietas, que picotean insectos ante la mirada indiferente de estos rumiantes.
A finales de marzo, las lavanderas boyeras acaban de venir del trópico africano, donde, es posible que hubieran merodeado por los alrededores de los grandes mamíferos como los elefantes.
La hembra construye, en mayo o en junio, un disimulado nido en el suelo, entre la vegetación. Aunque para el nido utiliza tallos y hojas, cubre su interior con una buena capa de pelos y crines.
La alimentación de estas lavanderas es muy amplia: insectos, pequeños coleópteros y sus larvas, saltamontes, arañas, gusanos y pequeños moluscos.
La denominación de boyera indica, que gusta andar entre el ganado vacuno los cuales pastan en zonas húmedas y marismas.
Esta lavandera boyera abarca más de veinte razas geográficas, en las cuales los machos sólo se diferencian por el dibujo y el color de la cabeza; sin embargo en las hembras no existe ninguna diferencia de razas.
La lavandera boyera podemos confundirla con la lavandera cascadeña, que también es nativa de Europa.
En Europa central y meridional llevan a cabo dos puestas; en la nórdica, una.
Suelen poner de cinco a seis huevos que son incubados durante catorce días. El nido lo suelen situar en el suelo, en un hoyo sobre todo en los taludes de las zanjas de desagüe. Cuando los progenitores se dirigen al nido para alimentar a las crías no entran si se ven observados.
La dieta para las crías está basada en moscas y otros insectos blandos que capturan junto al ganado vacuno.
Cuesta mucho trabajo distinguir y diferenciar a los machos, hembras y jóvenes de muchas razas europeas, cuando están en el campo, por eso la mayoría de los observadores distinguimos a todos estos miembros con el nombre de lavandera boyera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario