domingo, 25 de septiembre de 2011

CARRICERÍN REAL (Acrocephalus melanopongo)

En las marismas, albuferas levantinas y meridionales, durante todo el año es un ave muy visible; se diferencia de otros carricerines por poseer un dorso rojizo listado y una nítida ceja blanca. Este sílvido pertenece a una gran familia que abarca a unas 300 especies, mundial, pero la mayoría de ellas se encuentran en el Viejo Mundo. Treinta y seis especies crían en Europa; los sílvidos son pequeñas aves con picos gráciles y un débil vuelo.

En medio de la algarabía que salen del carrizo, como, gritos guturales y carrasqueos, destaca entre todos estos ruidos las estrofas ascendentes y aflautadas del carricerín real; que nos puede recordar la tonadilla del ruiseñor.

Tiene una longitud de trece centímetros; es parecido al carricerín común pero como dije antes es más rojizo y llamativamente listado por arriba. El píleo es casi negro, lo que se le ve más acentuado por la lista superciliar ancha y de color blanco que se ensancha por detrás del ojo.

Su hábitat está ubicado en las extensiones del cañaveral, carrizales y en las márgenes pantanosas; aunque prefiere criar en las matas verdes oscuras de las espadañas.

El carricerín real es una especie exclusiva de la cuenca mediterránea; este sílvido -fuera del periodo primaveral, en que emite su canto- es bastante difícil observarlo, a veces por la rapidez con que se desplaza, y otras, por la poca visibilidad que presentan las oscuras espesuras palustres.

Cuando llega el invierno -si se presenta bastante duro- el carricerín real, sus poblaciones se ven afectadas negativamente y perecen gran cantidad de ellos.

Aunque cría entre los cañaverales, su nido lo construye sobre el agua en cañas, juncias y arbustos que crecen en el borde del agua. El nido es una taza profunda atada a tallos verticales. La capa externa es laxa de trozo de cañas secas, hierbas y hojas: tapizado su interior con flores de las cañas y plumas.

En este nido deposita la hembra de tres a seis huevos de color blanco manchados de verde, que son depositados en hondas tazas y muy ocultos entre la vegetación de la ciénaga. Consume gran cantidad de mosquitos y pequeños insectos que se desarrollan y viven en el agua o en las cañas, carrizos y espadañas. En la Península ibérica hace dos crías, para ello a lo largo del año hace gran acopio de acervo entomológico.

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